lunes, 23 de marzo de 2009

La importancia de la mujer en nuestra sociedad

Los papeles han sido definidos desde hace mucho tiempo atrás, y han sido redefinidos debido a que el machismo se tornó en una manifestación brusca y en muchos casos violenta, poniendo a la mujer en segundo plano dentro de una esclavitud solapada y un tapón para que no pensaran y fueran libres.

Nació la antítesis de el machismo: "La liberación femenina"; buscando encontrar igualdad de derechos y obligaciones para ellas en todas las sociedades, causando fricciones por los extremos de la misma.

¿Hasta donde la mujer debe liberarse? Creo que cuando se elimina el machismo de nuestras vidas las cosas se tornan más equilibradas, entendiendo que la mujer no debe estar a nuestros pies porque no es una esclava.
Vemos que necesitamos el amor y la atención de una madre, los consejos y cariño de las abuelas, la compañía de nuestras tías, hermanas y sobrinas.
Queremos la compañía y lealtad de nuestra novia, mujer o esposa.
Necesitamos la amistad y ayuda de nuestras amigas, la atención de una enfermera, los conocimientos de una maestra, los servicios de una mesera, quién nos venda una tijera, una fruta o una verdura, la atención de una buena abogada, la canción de una buena cantante, necesitamos su presencia, su encanto y su sonrisa.

Necesitamos de la mujer en todas sus manifestaciones, en la sociedad; en las pequeñas y grandes realizaciones que el hombre pensó por mucho tiempo que ellas no tenían participación

Declaración que muestra ese machismo del que se habla con anterioridad

«La dominación masculina, que hace de la mujer un objeto simbólico, cuyo ser es un ser-percibido, tiene el efecto de colocar a las mujeres es un estado permanente de inseguridad corporal o, mejor dicho, de alienación simbólica. Dotadas de un ser que es una apariencia, están tácitamente conminadas a manifestar una especie de disponibilidad (sexuada y, eventualmente, sexual) con respecto a los hombres»
[Pierre Bourdieu, sociólogo francés]

Todos los estudios hasta la fecha concluyen que los malos tratos y asesinatos de mujeres por parejas o ex-parejas son un problema universal que no distingue nacionalidades, culturas, nivel cultural o nivel económico.
Y en cuanto al posible machismo específico de sus verdugos, por ser de otro lugar, de otras culturas y tradiciones, dejemos claro que, frente a tradiciones y culturas, priman sin discusión los derechos humanos, cuya declaración universal, por cierto, ha sido firmada y ratificada por la mayoría de estados del mundo. Y eso no es papel mojado ni retórica
hueca. Porque esos derechos humanos no son privativos ni propiedad de nación ni cultura alguna. Entre ellos destacan el derecho a la vida, el derecho a la integridad y el derecho a no sufrir malos tratos y a no ser torturado. Que es precisamente de lo que estamos escribiendo.


Pedro Marín Martínez

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